La comunicación esta inmersa en toda relación, tanto desde lo interno, como hacia lo externo, siendo así el vehículo para relacionarnos con nosotros mismos y con los demás.
Ya sea desde la palabra, desde el silencio, o desde el gesto, con la comunicación tenemos la oportunidad de de expresar sentimientos, deseos, necesidades hacia el otro, y como proceso bidireccional a la vez recibirlos.
En referencia al círculo familiar podríamos pensar que es uno de los sistemas donde se da la facilidad en la comunicación, pero la realidad es que no siempre es así.
Existen situaciones donde el diálogo entre padres e hijos no es el idóneo, esta deteriorado o incluso ha llegado a ser inexistente, por ejemplo en la comunicación con adolescentes.
La mayor parte de los problemas de comunicación ocurren porque pensamos que nuestros valores, o nuestro punto de vista son los mejores frente a los demás. En la relación entre padres e hijos la adolescencia es quizás el periodo donde esta brecha en la comunicación hijos es más evidente. No escapan a esta realidad incluso familias que han experimentado una buena relación y comunicación durante la infancia.
Dado que una buena comunicación es imprescindible para educar, con el objetivo de trasmitir valores que queremos que nuestros hijos tengan como referencia en su vida, es necesario poner énfasis en intentar asumir como un reto nuestra capacidad de resolver y superar los problemas que surgen respecto a la comunicación con ellos.
En ese momento evolutivo chocan por una parte los cambios del adolescente, tanto a nivel físico como mental, empieza a emerger como adulto, actúa con reserva hacia sus asuntos personales, comienza a forjar su propio modo de pensar, esta construyendo sus propias alas con las que podrá volar. Esa individualidad, junto con el deseo por unas relaciones más simétricas e igualitarias en la familia le lleva a discutir ideas de sus padres o a no estar tan de acuerdo con ellos en todas las decisiones o ideas como hasta ese momento lo había hecho.
Por otro lado los padres, hasta ese momento parecía que había un acuerdo en decisiones; puntos de vista; gustos musicales; lugares favoritos, pero, principalmente ¿quién decidía?. La realidad es que durante la infancia de los hijos dirigimos, más que decidimos en consenso con ellos, la mayor parte de las decisiones.
Como hace referencia A. Oliva “aparece un empeño en seguir manteniendo con los hijos el mismo tipo de comunicación que tuvieron durante la infancia, es decir, unos intercambios más basados sermonear o en dar órdenes que en un proceso real de comunicación en el que la escucha juega un papel tan importante, como la propia expresión de ideas”.
“Con demasiada frecuencia, los mensajes de los padres están cargados de críticas y continuas referencias a los errores cometidos por sus hijos, aspectos que hay que intentar evitar para conseguir una comunicación más positiva.
Para lograr motivar hacia un cambio positivo es fundamental que madres y padres sean conscientes de los obstáculos que dificultan la buena comunicación y que intenten superarlos, ya que los diálogos frecuentes y la comunicación en positivo son elementos fundamentales para la satisfacción familiar y para el bienestar del adolescente.”
“….aunque madres y padres puedan llegar a dudarlo, siguen siendo un contexto fundamental de influencia para el desarrollo de sus hijos e hijas –en algunos temas bastante por delante de amigos y amigas-, por lo que es imprescindible seguir creando un clima de apoyo, comunicación y confianza que facilite la seguridad y el ajuste del hijo en crecimiento.”
En este periodo evolutivo aumenta la probabilidad de que las situaciones conflictivas estén relacionadas con problemáticas de inicio de consumos de drogas, desde la fundacion aprovat dentro del marco de intervención hacia la familia se incide trabajando con esta desde la prevención, apoyo y orientación.
Algunos consejos destacables sobre comunicación a tener en cuenta serían:
- Recuerda que oir no es escuchar; escúchale, evita interrumpirle.
- Evita lanzar críticas, no le juzgues, no culpabilices.
- No tiendas a decir lo que debe de hacer.
- Préstale atención, dale importancia a lo que te cuenta.
- Controla tus impulsos, no te dejes llevar por los nervios o por el enfado
- Comunica tus sentimientos y emociones, eres el mejor modelo para que él también aprenda a comunicarlos.
- Comienza a tratarlo como adulto, ya no es un niño.
- Recuerda tu propia adolescencia.
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