El pasado 28 de febrero siete jóvenes resultaron intoxicados en Almería tras ingerir alcohol adulterado; como fatídico resultado uno de ellos encontró la muerte.
Aunque la causa de este hecho aún esta por determinar, se baraja la posibilidad de que alguna sustancia tóxica, todavía por esclarecer, hubiese sido introducida de forma premeditada en una botella de whisky, esta fue encontrada por unos jóvenes, que no valorando su acción como un riesgo, decidieron utilizarla para un botellón.
Esta noticia nos acerca con inquietud a una problemática generalizada dentro de los hábitos de gran parte de los adolescentes y jóvenes en España, el llamado botellón o atracón de fin de semana.
Un reciente estudio de la Universidad Complutense de Madrid, realizado por instituto ThinkCom, arroja datos actualizados sobre la práctica de este tipo de consumo en nuestra población. Los resultados ponen de relieve que el 60% de los encuestados, (1200 jóvenes entre los 14 y los 34 años), consume alcohol habitualmente, especialmente de forma abusiva durante el fin de semana.
Ese mismo estudio plantea que un 5% de estos consume alcohol irregular, es decir adquirido en puntos de venta con altas probabilidades de que esté adulterado, una practica que va en aumento desde el inicio de la crisis.
No dejaría de ser un mero dato estadístico sin más, quizás para los poderes públicos con mayor importancia en lo que se refiere al fraude fiscal, pero, para los profesionales que día a día dedicamos nuestra labor hacia el tratamiento de las adicciones, ya sea desde la prevención, desintoxicación o deshabituación, representa un dato alarmante más como problema de salud pública que por intereses recaudatorios.
La realidad es que, con más frecuencia, los jóvenes adquieren el alcohol en puntos de venta irregular (tiendas no regularizadas, o en puestos callejeros), pero también perciben que lo consumen en locales de ocio, donde se les suministra «garrafón», una práctica cada vez más extendida en búsqueda de ampliar beneficios.
Además, uno de cada dos no percibe el riesgo que ello supone, a pesar de la probabilidad que este tipo de consumo entraña, tanto por el peligro de intoxicación como por la posibilidad de desarrollar una adicción en la edad adulta
Riesgos del consumo de alcohol adulterado
Se puede percibir si una bebida alcohólica está adulterada cuando produce una sensación anormal de quemadura en la garganta, dolor de cabeza, o conduce demasiado rápidamente al estado de embriaguez, además puede producir náuseas, vómito, irritación gástrica y malestar general en los días posteriores a la ingesta. En los casos más extremos puede causar ceguera irreversible, e incluso la muerte.
El licor adulterado contiene, por lo general, metanol (alcohol metílico o alcohol de madera), sustancia extremadamente tóxica, de la cual una pequeña dosis puede ser fatal.
Tratándose del consumo de metanol, los efectos se inician entre los 30 minutos y las 72 horas después de haberlo consumido. Al comienzo se confunde con una borrachera, pero es algo más grave: se presentan alteraciones visuales, que pueden ir desde visión borrosa hasta ceguera, temporal o permanente.
Las consecuencias también incluyen dolor de cabeza, mareo, convulsiones y una situación que puede evolucionar hasta el estado de coma. En algunos casos se presentan náuseas, dolor abdominal y dificultad para respirar. Un poco más tarde se manifiestan los daños en los denominados «órganos blandos» (los primeros que resultan más afectados): cerebro, corazón, hígado y páncreas. Por último, el deterioro orgánico causado por el metanol da paso al mayor de los riesgos: la muerte.
Un famoso caso de adulteración con metanol de alcoholes destinados al consumo humano es el acaecido en España en 1963 y conocido popularmente como «caso metílico» o “colza del franquismo” donde 43 personas perdieron la vida.
Aunque este hecho parezca lejano cronológicamente, nos sorprende rescatar noticias similares en los últimos tiempos, como las intoxicaciones en Polonia y Checoslovaquia de 2012 (50 muertos y una ola de afectados), la India en diciembre de 2011 (más de 150 fallecidos y 400 intoxicados), Libia en marzo de 2013 (87 muertos y 1100 intoxicados), Cuba agosto de 2013 con 11 fallecidos, o uno de los más recientes en enero de 2014 en Indonesia.
Las administraciones públicas y organismos sanitarios aconsejan, para evitar la adulteración artificial, la compra en establecimientos autorizados, sin partículas flotando, con sello o timbrado bien adherido a la botella y sin rasgaduras en este, es decir, sin signos de haber sido manipulado.
¿Estamos siendo meros expectadores de esta realidad sin ofrecer alternativas para un cambio?
Alcohol y Tradición
Es bastante representativo en nuestra cultura el hecho de que el consumo de alcohol este ligado a diversión, no olvidemos la gran cantidad de acontecimientos sociales, familiares, de ocio e incluso laborales en los que este parece ser parte inseparable de los mismos.
Puede ser que lo más difícil de las tradiciones sea precisamente acabar con ellas, o modificarlas mediante la concienciación social de la problemática.
Pero, las soluciones se complican más hoy en día, en una sociedad donde la tendencia es el inicio de consumo en edades tempranas, según la Asociación Española de Pediatría en Atención Primaria uno de cada cinco menores de doce años ya han experimentado con el alcohol, y cuando las principales herramientas de afrontamiento con las que contamos, tanto en áreas educativas como de tratamiento o prevención, se ven recortadas e incluso inactivas por falta de presupuesto o finalización de los mismos de forma drástica.
Referente a lo educativo, no podemos olvidar el papel del propio sistema familiar como herramienta necesaria en esta lucha de concienciación social, entendiendo a este como uno de los principales motores en la trasmisión de valores y factores de protección hacia sus miembros
Mantener el desarrollo y la elaboración de programas de educación para la salud, de carácter preventivo, de apoyo familiar, alternativas de ocio para los jóvenes, etc, es el camino más razonable para fomentar un aliento de cambio, pero resultan incompatibles con la política de recortes justificada por la crisis, una crisis que también parece empujar a nuestros jóvenes a entrar en una conducta de riesgo sin percibirlo.
Como conclusión e invitando a la reflexión, convendría valorar qué coste a largo plazo supone seguir empeñando la calidad tanto de la sanidad como de la educación, que se contemplan como las herramientas más adecuadas para afrontar esta problemática de corresponsabilidad social.
Datos del estudio Universidad Complutense de Madrid extraídos del periódico El Mundo, 06/02/2014
Desde la Clinica Aprovat Valencia ofrecemos un asesoramiento tanto a nivel individual como familiar para el tratamiento de la adicción al alcohol.
Tratamiento Alcohol
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