Hablar de mediación es hablar de gestión de conflictos.
A lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a multitud de situaciones críticas, en nuestro entorno laboral, nuestra comunidad de vecinos, con nuestra familia (procesos de separación, divorcios, herencias…); Y es que los conflictos son naturales, por lo que más tarde o más temprano, nos encontramos con ellos.
Habitualmente, al término conflicto le asignamos una connotación negativa (discusión, disputa, problema…) y no tenemos en cuenta lo que pueden llegar a aportarnos. Es importante comprender, que los conflictos son necesarios para que se produzca un cambio, por lo que no sería descabellado entenderlos como una posibilidad.
La dificultad, más que en el conflicto en sí, radica principalmente en la opción que elegimos para abordarlo. Podemos pasarnos años sumergidos en un proceso judicial y por tanto esperando a que alguien ajeno totalmente al conflicto decida por nosotros qué régimen de visitas es el más adecuado, con qué parte de la herencia debo quedarme o cuál es la compensación más adecuada ante un despido. Por supuesto, existe un marco legal que regula todo este tipo de cuestiones, pero también es cierto, que dentro de los límites del mismo, las personas tenemos capacidad para decidir libremente qué es lo que nos interesa, qué es lo que necesitamos, y por tanto, cuál es la mejor alternativa, el mejor acuerdo.
Desde esta percepción, y como una alternativa rápida y eficaz de resolución de conflictos, surge la mediación.
Podríamos definir la mediación como un procedimiento en el que un tercero imparcial (mediador) utiliza diferentes técnicas y habilidades que favorecen la comunicación entre las partes en conflicto (mediados) con objeto de ayudarles a salir de sus posiciones para descubrir los intereses en común y por tanto favorecer la posibilidad de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambos.
No podemos hablar de mediación sin destacar los principios básicos que rigen el funcionamiento de la misma: voluntariedad, tanto los mediados como el mediador acuden voluntariamente y pueden abandonar el procedimiento en cualquier momento; confidencialidad, siempre a excepción de que exista violencia o delito; imparcialidad, el mediador no favorece a ninguna de las partes, es más, legitima y equilibra a las partes; neutralidad, el mediador ni propone ni asesora; buena fé, uno de los principios fundamentales tanto para las partes como para el mediador; y flexibilidad del proceso, el mediador se adapta a las necesidades de las partes.
En toda mediación, encontramos diferentes fases que marcan el desarrollo del procedimiento, aunque en función de la escuela a la que se pertenezca (Harvard, Circular Narrativa o Transformativa) se priman unas u otras etapas, generalmente el procedimiento se caracteriza por una primera fase en la que se firma el acta inicial de mediación, donde se informa a los mediados sobre las características del proceso y los principios básicos que lo rigen. Después, comienza una etapa en la que se destaca la escucha activa y también se detectan las posiciones de los mediados. Posteriormente se indaga en los intereses de las partes para sacarles de esa posición inicial y se buscan puntos de unión para reforzar la relación entre ambas. A continuación, se favorece que los mediados generen alternativas viables. Y por último, se llega al acuerdo. Éste se recoge en el acta final de mediación y es firmado tanto por las partes como por el mediador. Tras esta última fase, y para dotar al acuerdo de fuerza ejecutiva, las partes deberán elevarlo a público.
Por lo que respecta a la duración del procedimiento, es variable, en función de la complejidad de la mediación, pero generalmente no excede de sesiones de hora y media cada una.
Con esto, podemos decir, que nos encontramos ante un procedimiento rápido y efectivo de resolución de conflictos, en el que se prima la viabilidad y la sostenibilidad del acuerdo, haciendo especial hincapié en la gestión de las emociones y en proporcionar herramientas que favorezcan una comunicación eficaz.
En Aprovat, desde hace un año, contamos con un departamento específico de mediación familiar, en que trabajamos diariamente ayudando a gestionar conflictos que surgen en el seno de la familia y favoreciendo una mejora sustancial en las relaciones interpersonales. Por ello, si tienes cualquier conflicto que crees que no puedes resolver, no dudes en contactar con nosotros.
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